En el marco del XXIII Taller de Diagnósticos de Gestación Vacuna, realizado en el local Santa Bernardina de Durazno, el Ing. Agr. Diego Varalla, integrante de la Consultora APEO, fue enfático al señalar que la clave de la rentabilidad en los sistemas de cría sigue siendo mejorar la preñez y bajar la edad de entore. Su presentación, titulada Resultados físicos y económicos de la cría, dio a conocer cifras alentadoras, aunque también advirtió sobre la fragilidad estructural del negocio y los desafíos que enfrenta, especialmente para los productores arrendatarios.

“El resultado económico mejora conforme mejoramos la preñez y bajamos la edad de entore”, señaló Varalla en diálogo con el programa Dialogo Rural, de radio Durazno tras finalizar su presentación. Según el profesional, una vez que el sistema alcanza preñeces del 80% al 85% y entores de vaquillonas con al menos dos años, el siguiente paso es aumentar la carga animal. “Después que llegás a ese umbral, lo que hay que hacer es tratar de aumentar el número de vacas de cría por hectárea, y eso implica más divisiones, mejor cosecha del pasto y sostener el sistema a un nivel de carga más elevado”, explicó.

Análisis económico

El análisis económico presentado por Varalla muestra que el ejercicio 2024/25 arroja un resultado económico cercano US$/ha 100 para un sistema criador, sin considerar renta ni intereses. “Estamos dentro de uno de los mejores resultados económicos que obtiene la cría en el Uruguay”, afirmó. De mantenerse los actuales precios del ganado, la proyección para 2025/26 sería aún mejor: unos US$/ha 130, lo que refleja el buen momento de la ganadería uruguaya.

Sin embargo, esta rentabilidad aplica principalmente a empresas propietarias de la tierra. “Ese resultado es antes del pago de renta y de intereses”, puntualizó, poniendo en perspectiva la diferencia estructural entre propietarios y arrendatarios.

Ante la consulta sobre si la cría requiere mayores inversiones, Varalla fue preciso: “No sé si la palabra es invertir, pero sí aplicar las tecnologías que están disponibles”. Subrayó que el país tiene un promedio nacional de marcación del 66%, mientras que las empresas que aportan datos al taller suelen ubicarse por encima de esa media, con preñeces del 80% al 85%. ¿Cómo se logra? Con tecnologías accesibles, como una recría adecuada de la ternera para que llegue al entore con dos años, apoyada en mejoras forrajeras o suplementación en campo natural.

Además, destacó la importancia del monitoreo de actividad ovárica y la toma de decisiones tempranas, como el destete precoz si es necesario. Estas medidas, según Varalla, constituyen “inversiones inteligentes” que generan retornos tangibles. “Incluso hay un incremento del orden del 30% en el resultado económico por sostener un sistema criador con 80–85% de preñez respecto a uno con 70%”, afirmó, dejando en claro que se trata de tecnologías de alto impacto.

La vaca: pieza clave en la ecuación

Otro de los puntos destacados de la entrevista fue el peso económico de la vaca fallada y su relación con la estrategia del sistema. Algunos productores priorizan la venta de estas vacas como ingreso adicional, lo que puede tener efectos contraproducentes. “Eso es un arma de doble filo”, advirtió Varalla. Si un año se logra poca preñez y se venden todas las vacas falladas, se produce una “liquidación del stock”.

El especialista subrayó que mantener vientres vacíos en el predio es “una ineficiencia biológica y económica”, y que la clave está en lograr rodeos estables y eficientes. En este contexto, recordó que “la vaca gorda representa el 65% de la canasta de kilos que vende una empresa criadora”, por lo que el precio de la vaca influye directamente en el resultado económico. “Si bien muchas decisiones se toman en base al precio del ternero, la mayoría de los kilos vendidos son de vaca”, agregó.

La eficiencia del sistema no solo depende de los porcentajes de preñez, sino también de la señalada. Varalla señaló que, a nivel nacional, las pérdidas reproductivas están en torno al 10%, aunque las empresas más profesionalizadas logran reducirlas a un 5%. “No sé si está bien o mal el 5%, pero sí que podemos bajarlo a la mitad, de repente”, indicó, remarcando que se trata de un aspecto clave de la eficiencia productiva.

Los arrendatarios

Varalla abordó la situación de los productores que operan sobre campos arrendados. Si bien los resultados económicos actuales parecen atractivos, el técnico fue advirtió que estos datos son una “foto del momento”.

“Con 100 dólares por hectárea y 40 kilos de novillos, ya estás en la renta de equilibrio”, indicó. Esto implica que cualquier variación en los precios puede volver inviable el negocio para el arrendatario. “En general, el ingreso de capital es igual a la renta, lo que lleva a un resultado económico nulo”, sostuvo. A esto se suman los costos de administración, mano de obra y estructura, que deben ser absorbidos en su totalidad cuando se monta una empresa desde cero.

Según Varalla, los arrendatarios que logran márgenes positivos lo hacen porque tienen capital humano ocioso, es decir, personal ya contratado que puede asumir la gestión de un campo adicional sin generar costos extras. En estos casos, “se bajan los costos de estructura por tomar en arrendamiento”. Sin embargo, el riesgo patrimonial es elevado, porque el principal activo del negocio —la hacienda— está expuesto a fluctuaciones de mercado. “Si el valor del ganado sube, hay valorización patrimonial; si baja, hay pérdida”, advirtió.

Por ello, enfatizó que en los contratos de arrendamiento —que suelen ser de tres a cinco años— es crucial el momento en que se entra. “Si en cinco años ese capital baja mucho y tuviste un resultado operativo nulo o muy chiquito, capaz que terminás con una pérdida patrimonial”, advirtió. La conclusión fue clara: “Hay que ser muy, muy cautelosos a la hora de salir a arrendar un campo”.

Una cría profesionalizada

Más allá de los matices, Varalla destacó un cambio estructural en el perfil de los criadores uruguayos. “Tenemos un productor más profesionalizado”, sostuvo. Esta profesionalización se observa tanto en los indicadores reproductivos como en la diversificación y eficiencia de los sistemas. “Estamos estabilizando e incrementando de a poco la tasa de marcación, incluso pese a las adversidades climáticas”, dijo.

En este sentido, contrastó dos crisis recientes —la sequía de 2008 y la de 2023— y destacó que el país ha aprendido de su experiencia. “No fue lo mismo la crisis del 2008 que la del 2023. Creo que hubo mucha experiencia adquirida”, afirmó.

Asimismo, resaltó que el país ha bajado la edad de faena, y ha diversificado sus productos ganaderos, incluyendo el crecimiento en animales de corral, exportación en pie y mejoras en pasturas y agricultura. “El Uruguay en su conjunto se ha venido intensificando y profesionalizando”, concluyó.

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